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Yo no busco ser feliz

Todas las personas queremos tener sentimientos felices, experimentar satisfacción y alegría, pero la palabra felicidad encierra una gran paradoja. La paradoja reside precisamente en que la búsqueda de la felicidad, la obsesión por “sentirse bien” el perseguir tener únicamente sentimientos positivos y agradables, puede ser más un problema que un buen propósito en la vida y puede llevarnos precisamente a un mayor sufrimiento.

Porque lo cierto es, que esta vida, aunque nos traiga momentos placenteros y estados positivos, tarde o temprano también nos va a traer sentimientos desagradables como la tristeza el miedo o la rabia. Podemos perder personas a las que amamos, experimentar rechazo, crisis o decepciones y de una manera u otra vamos a experimentar pensamientos negativos, recuerdos tristes y momentos de frustración.

El momento social que vivimos, cargado de incertidumbre, con el miedo, la preocupación y la ansiedad, como compañeros de camino y formando parte de nuestras existencias, es buena prueba de ello.

Las terapias contextuales y de manera más concreta la Terapia de Aceptación y Compromiso van mucho más allá de la búsqueda de la felicidad de manual, que vende métodos con la promesa de llenar nuestra cabeza solo de imágenes bonitas y pensamientos positivos, (cual teletubbie, que diría yo) o que pretende garantizarnos el éxito en la vida a base de repetirnos a nosotr@s mism@s “chica, tu vales mucho”. ¡Ojalá fuera tan fácil! Por el contrario estas terapias se centran en los valores, y en construir una vida rica y llena de sentido. Esto conlleva la aceptación de lo que no podemos cambiar, ponerse en camino, avanzar en una dirección que valoramos y que para nosotros merece la pena, con el compromiso de actuar a pesar del malestar, haciéndole sitio al dolor y aprendiendo a manejarlo.

Desde esta perspectiva, los sentimientos y emociones negativas tienen sentido y no quieren decir que algo funciona mal en nuestra cabeza, sino que más bien son el resultado de lo que nos pasa, de nuestra relación con el mundo. Como terapeutas, esto significa que nuestro objetivo debe ser ayudar a las personas con las que tratamos a no huir de sus propias emociones, a mostrarse abierto a las propias experiencias, a ser más flexibles, a tener un horizonte hacia el que dirigirse, a plantearse metas, a plantarles cara a la vida aun cuando nos muestra su cara más dura y amarga, tratando a pesar de esto de vivir una vida comprometida, plena y valiosa.